viernes, 27 de marzo de 2009

La política, la socialización y la ciudadanía juvenil

Humberto Abaunza Gutiérrez[1]
Diciembre del 2008 [2]


I. La política en el cambio de época.

Diversos autores, entre ellos, José de Souza Silva coinciden que estamos viviendo más un cambio de época que una época de cambios.[3] ¿Cuáles son esos cambios que están operando? Resumiendo a De Souza podemos enumerar:

Primero, la revolución de la tecnología de la información alteró las relaciones de producción. La información se volvió insumo y producto. Los productos, procesos y servicios más relevantes son los relativos al conocimiento. La productividad se deriva de la innovación tecnológica y la competitividad de la innovación institucional. El trabajador del conocimiento reemplaza al trabajador manual. El control sobre la propiedad intelectual es más importante que el control sobre la propiedad física. El capital es global mientras que el trabajo es local.

Segundo, también hay cambios en las relaciones de poder. El conocimiento lidera la fuerza y el dinero. Entra en crisis el Estado-Nación, se reduce su soberanía y autonomía y se instalan mecanismos supranacionales. La democracia representativa se transforma en el arte de engañar al pueblo. La ideología del Estado es reemplazada por la ideología del mercado. Se globaliza la sociedad civil para ejercer su influencia sobre cuestiones generadas a partir de la revolución sociocultural. En los sistemas políticos nacionales los que son electos no deciden y los que deciden no son electos.

Tercero, la forma como se vive la experiencia humana está bajo transformaciones profundas. El movimiento ambientalista propuso el concepto de desarrollo sostenible. El movimiento feminista cuestionó la autoridad del patriarcado y propuso una nueva relación entre los géneros. El movimiento GLBT[4] propuso nuevas formas de sexualidad. La nuevas tecnologías de información y comunicación y en particular el Internet hizo posible un nuevo mundo, que podemos conocer sin movernos, donde el tiempo histórico no cuenta, el espacio geográfico desaparece y las relaciones sociales cara a cara son innecesarias. El cuestionamiento a la ciencia dominada por el positivismo está generando nuevos paradigmas que cambiarán nuestra percepción sobre nosotros mismos y la forma como nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza. Al mismo tiempo, la experiencia humana y los bienes culturales están siendo comercializados. El turismo global es la industria del futuro. Ya no se paga para conocer lugares diferentes sino para sentir nuevas experiencias.

Cuarto, la cultura se está virtualizando. La realidad virtual se está imponiendo sobre la realidad real, el tiempo es atemporal, el espacio inmaterial, la historia sin secuencias. Valores e intereses son construidos sin referencia al pasado ni al futuro. Lo que aparece en las pantallas es lo real, no lo que experimentamos. Los que controlan los medios de comunicación se vuelven poderosos. Los padres prefieren comprar juegos electrónicos a sus hijos en vez de interactuar con ellos. La generación punto.com corre el riesgo de asumir que no será necesario caminar para conocer el mundo y transformarlo. Esto es muy conveniente para los poderosos.

Pero, ¿Cómo se manifiesta de manera particular estos cambios en la política? ¿Cómo desdibujarlo y comprenderlo?

Ángel Rodríguez[5] retomando a Percheron (1985) identifica algunos cambios en la política de las sociedades industriales, entre ellos: i) la transformación de los partidos políticos en maquinarias electorales; ii) la pérdida del carácter militante de los sindicatos y de las agrupaciones religiosas; iii) la transformación de la enseñanza institucionalizada como un espacio donde se presentan una diversidad de opciones y no como un espacio de adoctrinamiento político; iv) el enfrentarse ante una variedad de modelos y opciones por parte de los individuos; v) una nueva ética social que invita a cada individuo a tomar sus propias decisiones sin imposición ajena.

Por su parte Nobert Lechner[6] nos señala que en América Latina estamos asistiendo no sólo a cambios políticos, sino también a cambios de la política. De esta manera, el cambio de época, los cambios anteriormente descritos están conformando un nuevo contexto de hacer política. Hace falta una nueva concepción de la política, capaz de dar cuenta de los cambios en marcha.

La política se encuentra cuestionada, en sus decisiones cotidianas, en sus representaciones simbólicas y en su falta de estructuración y cohesión de la sociedad. ¿Por qué existe un desfase entre la política y la realidad social? ¿Por qué los partidos no logran elaborar pautas de orientación que articulen la diversidad social?

Lechner nos ofrece como respuesta, que el cambio cultural actual ha erosionado los mapas cognitivos y en particular las coordenadas del tiempo y el espacio, en tanto, variables socialmente construidas.

Por un lado, el espacio político se ha redimensionado. Primero, las escalas se han redefinido, la política tiene que actuar simultáneamente en varias escalas, que no siempre tienen un denominador común. Segundo, los límites se han reestructurado, las fronteras son tenues, la globalización produce segmentación, la política tiene dificultades para fijar límites, se vuelven confusos los límites entre lo político y lo no político. Tercero, las distancias se alteraron,

Por otro lado, el tiempo político se ha transformado. Primero, el tiempo se ha acelerado, debilitando la relación entre pasado, presente y futuro y, perdiendo la perspectiva histórica. Segundo, el presente se ha vuelto omnipresente, socavando la tensión entre duración e innovación, reemplazándola por un dispositivo de repetición. Tercero, lo inmediato se vuelve protagónico eliminando una visión de futuro que permita poner en perspectiva los acontecimientos. Cuarto, las temporalidades se diferencian y cada ámbito desarrolla dinámicas y ritmos propios que obedecen a programaciones internas.

Sin embargo, el fin de una forma de pensar y hacer política no significa la muerte de la política. Lechner nos propone tres elementos para reformular las coordenadas. En primer lugar, redimensionar las escalas, frente a las escalas grandes que producen sobre información, establecer escalas pequeñas capaces de ofrecer una visión del mundo. En segundo lugar, devolver la densidad simbólica a la democracia en tanto orden colectivo; En tercer lugar, renovar nuestra noción de futuro y en particular la perspectiva de futuro.

En esta búsqueda por repensar la política, rescatamos la hipótesis de Bustelo[7] en cuanto a que existen señales en América Latina de una creciente desilusión con lo privado que está abriendo posibilidades de lo público. Algunas de las razones son las siguientes: i) la distribución de la riqueza es un tema prioritario y no sólo la lucha contra la pobreza, por lo que el espacio de solidaridad social y responsabilidad pública deben expandirse; ii) demanda del carácter público de la educación, la salud y los distintos espacios públicos como ámbitos de democratización; iii) demanda de marcos regulatorios para la protección de sus derechos como usuarios y consumidores; v) demanda de marcos regulatorios de las economías privadas y de un poder judicial independiente; vi) la percepción de que el funcionamiento espontáneo de los mercados no resuelve los desafíos de la economía y, vii) la expansión demográfica incrementa la demanda de bienes públicos.

II. La inserción de los jóvenes en la sociedad.

Con este cambio de época descrito y con este cambio en la política cabe preguntarse ¿Qué tipo de inserción tienen los jóvenes en la sociedad? ¿Qué tipo de socialización política opera?

La socialización es definida como la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad.[8] La socialización política[9] se entiende como el proceso a través del cual el sistema político se produce así mismo, se modifica o se destruye. En este proceso, las nuevas generaciones son parte activa y no sólo receptoras de la educación política, en el mismo se negocia y se renegocia cada clausula del contrato social.

Ángel Rodríguez retoma a Greenstein (1965) quien utiliza el esquema tradicional de la comunicación para describir los elementos que intervienen en el proceso de socialización política: QUIEN, son las nuevas generaciones en la cuales es difícil precisar cuándo empieza la socialización política en sentido estricto. QUE, viene dado por el propio concepto de lo político, es decir, valores, actitudes, normas y conductas que están relacionados con la gestión, administración y gobierno de los asuntos de la comunidad, tiene que ver con el desarrollo de la conciencia política, así como con la orientación e información acerca del sistema político. DE QUIEN se aprende, de los agentes e instancias socializadoras. EN QUE CONDICIONES, son los procesos y las formas de adquisición de las predisposiciones a la acción política. CON QUE EFECTOS, los resultados del proceso, es decir, el modo y grado de politización del individuo que toma conciencia de sus obligaciones y derechos.

Sin embargo, las formas de socialización política ya no son tradicionales, hay nuevas formas de socialización política de los jóvenes.[10] Reguillo señala que se han desplazado hacia formas más fluidas, itinerantes, intermitentes que los vuelven más temibles y vulnerables a la vez. Los objetos de su solidaridad se diversifican hacia los territorios de la paz, la cultura, la sexualidad y participan con música, pequeñas colectas, actos individuales de generosidad o con la estridencia de manifestaciones masivas para volver después a la vida cotidiana sin interés en fundar un partido político.

Merelman citado por Rodríguez[11] propone un nuevo modelo de socialización política que él denomina socialización lateral, según la cual, la influencia le viene al individuo de forma horizontal, del grupo de pares y de otros ciudadanos que están a su mismo nivel. Las nuevas generaciones con una multitud de opciones diferentes, entre las que cada uno debe elegir bajo la propia responsabilidad y por propia dirección. La opción personal es la imagen que cada uno se forma acerca de cómo es y debe ser la sociedad.

Indiscutiblemente, como lo enuncia Sandro Macassi[12] un nuevo horizonte generacional se está configurando. ¿Cuáles son los aspectos que nos ayudan a comprenderlo?

Primero, la emergencia de las nuevas tecnologías de comunicación e información: los jóvenes actuales se encuentran conectados con el mundo a través de múltiples pantallas, interactúan con otros jóvenes de otras partes del planeta, privilegian el lenguaje audiovisual, hacen más uso de la tecnología que los adultos, la multimedia y el hipertexto son formatos distintos de conocimientos y son maneras distintas de conocer la realidad, está cambiando la forma de organizar y estructurar la comprensión del mundo y la manera de sentirlo, la telemática ofrece diversas y heterogéneas formas de vivir pertenencias grupales, su pertenecía a grupos culturales públicos (rock, pandillas, etc.,) y privados (amigos, esquina, universidad) se complementan y dialogan con otras tendencias culturales en Internet en los cuales se globalizan.

Segundo, los desplazamientos de la socialización vertical (padres, maestros) a la socialización lateral (amigos, pares) y la socialización lúdica (televisión): por un lado, los hermanos mayores, los vecinos y los amigos de juegos cumplen las funciones de soporte cognitivo y de orientación, por el otro, la televisión adquirió la responsabilidad del entretenimiento y la educación de los niños y jóvenes, al mismo tiempo que se situó como la fuente de aprendizaje social, ocupando un lugar predominante en la adquisición de las nociones de sociedad y comportamiento público.

Tercero, las transformaciones en la producción de conocimiento: el desplazamiento de la escritura racional a lo lúdico audiovisual, el consumo intensivo de la televisión por parte de los jóvenes hace que la imagen releve al mundo de la escritura, el uso del Internet y de los cd-rooms como fuente más precisa de conocimiento conlleva un cuestionamiento a la autoridad basada en el conocimiento enciclopédico, la escuela está en crisis por haber sido concebida a principios del siglo pasado cuando el lenguaje imperante y vivo de la sociedad era el escritural y por encontrarse en desfase frente a las necesidades culturales y ciudadanas actuales.

Cuarto, la cultura masiva y la cultura juvenil: los medios de comunicación han pasado a ser el vértice de la construcción de la cultura contemporánea y de la cultura juvenil en particular, el lenguaje audiovisual es el lenguaje preferencial de las y los jóvenes, nuevas sensibilidades juveniles surgen en la interacción con las nuevas tecnologías de información y comunicación.

Quinto, la juventud como modelo y como target del mercado: se amplía y diversifica la oferta del mercado donde los jóvenes son los consumidores y la juventud el modelo a seguir, sin embargo, la incorporación de las juventudes latinoamericanas al mercado se produce en el marco de la tercera revolución tecnológica, de desarrollo de tecnologías que despliegan la individualidad y con un gran peso en la información y la expresión cultural.

III. Las nuevas ciudadanías juveniles.

Para Roxana Reguillo[13], la ciudadanía es una categoría clave que se levanta precisamente como una mediación entre los sujetos y el Estado – Nación y a la vez les protege frente a los poderes del mismo. Es un complejo y delicado mecanismo de derechos y obligaciones que sirve para pautar reglas del juego y mantener el equilibrio entre la libertad y la seguridad.

La noción de ciudadanía fue elaborada desde mediados del siglo XX por Marshall quien prontamente estableció un modelo canónico de ciudadanía universal. Propuso que la noción de ciudadanía se constituiría a partir de tres tipos de derechos adquiridos de manera secuencial: los derechos civiles, políticos y sociales. Los derechos civiles corresponderían a aquellos que resultan necesarios para garantizar la libertad individual de las personas; los derechos políticos corresponderían principalmente a la posibilidad de elegir y ser elegido; y por último, los derechos sociales constituyen aquel nivel básico de seguridad y bienestar económico necesario para una adecuada cohesión social.
Reguillo argumenta que estos tres modelos de ciudadanía, a su vez generan diferente niveles de exclusión, desigualdad e injusticia.[14] La ciudadanía civil de los indígenas, homosexuales, jóvenes y mujeres está vulnerada frente al Estado. La ciudadanía política está restringida a las organizaciones partidarias que no admiten las acciones de la sociedad civil como elemento sustantivo para la decisión y participación política. La ciudadanía social está golpeada por la pobreza, la caída del nivel de vida, el desempleo y el abandono del Estado.

Al analizar la relación entre juventud y ciudadanía, y constatar las insuficiencias de la ciudadanía civil, política y social, Reguillo[15] propone pasar a un concepto más abierto, capaz de recoger la complejidad de los procesos. Se refiere a la ciudadanía cultural, que abre la posibilidad de pensar la relación entre agencia y ciudadanía.

Las temáticas de la identidad y la cultura han emergido como uno de los problemas relevantes en el proceso del debate público y la definición de la ciudadanía rompiendo con la hegemonía del discurso de las clases sociales como el único eje de la organización política del mundo.[16]

Podemos entender la ciudadanía cultural como aquella que se define desde la articulación del derecho a la organización, la expresión y la participación en el mundo, a partir de las realidades culturales.

Incorporamos aquí la propuesta de Nussbaum[17] en cuanto a ser ciudadanos del mundo. Para ella, el ciudadano del mundo debe aprende a desarrollar comprensión y empatía hacia las culturas lejanas y hacia las minorías étnicas, raciales y religiosas que estén dentro de su propia cultura. Además, deben desarrollar su comprensión de la historia y de la variedad de las ideas humanas sobre género y sexualidad.

Pero, ¿Cuáles son las disyuntivas en la inserción ciudadana de los jóvenes? Retomando a Sandro Macassi[18] destacaremos cuatro elementos que constituyen los ejes de tensión de la vivencia ciudadana de los jóvenes.

Primero, entre la construcción individual de su identidad y su inserción en la sociedad: se desarrolla un proceso de construcción de su identidad individual mediante la diferenciación del entorno familiar y la búsqueda de espacios, gustos y posturas propias. Este proceso entra en conflicto con su inserción en la sociedad porque cuando quieren ejercer sus derechos se dan cuentan que su voz no es escuchada, no hay una comunidad que los respalde y que los lleve a identificarse como ciudadanos.

Segundo, entre el reconocimiento como igual y la inequidad: conforme el joven participa en otros espacios se reconoce como igual a otros en la escuela, el barrio, el trabajo; en este proceso observa otras experiencias similares, otros jóvenes tienen las mismas conductas, los mismos problemas, etc, hay un proceso de construcción grupal; sin embargo, al mismo tiempo el joven vive experiencia de profunda inequidad, por el color de la piel, por su procedencia territorial, por la clase social, por el género, etc.

Tercero, entre la moratoria social y el ser sujeto de opinión: una disyuntiva que atraviesan los jóvenes en una búsqueda constante de autonomía, al mismo tiempo que experimentan dificultades frente a la responsabilidad; al mismo tiempo, algunas instituciones que trabajan con jóvenes se vinculan con ellos desde una perspectiva de moratoria social, es decir, son jóvenes y la tarea es convertirlos en adultos, lógicamente esto supone la negación de ellos como sujetos públicos capaces de decidir.

Cuarto, entre la participación simbólica y la militancia: la forma en que los jóvenes participan en la vida pública es más simbólica y fundamentalmente se realiza a través del consumo masivo, esta participación genera vínculos y grados de interés que no necesariamente desembocan en participación física; por otro lado, se mantiene un fuerte interés por conformar grupos y organizaciones juveniles; sin embargo, muchos jóvenes escapan de las organizaciones formales y privilegian las prácticas culturales.

IV. Diversas formas de presencia pública de los jóvenes nicas.

En este apartado enumero, a partir de la experiencia y de la observación, algunas formas de presencia pública de las y los jóvenes nicaragüenses.

La participación ecuménica en las Iglesias, tanto Católica como Evangélica, acapara el interés juvenil: retiros espirituales, acciones de apoyo a las “personas y comunidades menos favorecidas”, actividades deportivas y recreativas, tiempo y espacios para la convivencia y la música, son algunas de sus actividades.

El voluntariado juvenil, principalmente en organizaciones como la Cruz Roja (socorrista o en primeros auxilios), los Bomberos (aprendiz) y las organizaciones ambientalistas (promotor, limpieza de playas, conciertos de sensibilización, etc.).

La actividad política vinculada a un partido político específico, ya sea como activista, cuadro intermedio de una organización específica, de un territorio o líder nacional de una de las organizaciones juveniles del partido político.

Las agrupaciones juveniles orientadas a promover el talento juvenil o una actividad específica: deporte, música, teatro popular, danza, artesanía, muralismo, etc.

Los programas de juventud con la finalidad de promocionar los derechos de las y los jóvenes: derechos sexuales y reproductivos, derechos políticos, derechos sociales y ciudadanos.

Las redes juveniles que aglutinan a jóvenes organizados y no organizados dedicados a analizar su propia realidad local y comunitaria, establecer prioridades y propuestas de acción, generar diálogos con las autoridades de sus localidades, participar en la gestión y demandar la rendición de cuentas de la gestión municipal.

Los nuevos movimientos juveniles: el movimiento de jóvenes ambientalista, el movimiento juvenil indígena, el movimiento de jóvenes negro y afro-descendiente, el movimiento de jóvenes homosexuales.

Los jóvenes comunicadores de las radios locales, de los sistemas de televisión por suscripción, de las organizaciones sociales y de los movimientos y agrupaciones juveniles.

La práctica y la competencia de deportes extremos: skate board, motocross, canopy, surf, buceo, snorkeling, senderismo, rappel, cuerdas bajas y altas, así como campamentos juveniles al aire libre.

Otras manifestaciones juveniles son; el grafiti, los tatuajes, los Djs, el rock juvenil, el rap social, el hip hop, el chateo juvenil, los agüizotes, las comunidades virtuales, la producción de blog, los autos decorados y modificados, las marchas por la democracia, la defensa de los Concejos de Poder Ciudadano, las pandillas, la violencia juvenil. En fin, un caleidoscopio de formas juveniles, de intereses, de sensibilidades, de maneras de representar, vivir y expresar el ser joven hoy en Nicaragua.

V. A manera de cierre.

En la actualidad, la discusión de la ciudadanía se coloca en el contexto de la globalización, el cambio de época y el cambio del modelo cultural[19].

La política está cambiando. Se habla de la banalización de la política. Maffesoli[20] nos expone la transfiguración de lo político y la importancia de lo informal. El mundo de la política no es lo mismo. Se habla de la política como el lugar de gestión de las pequeñas cosas y no de los grandes cambios. La política como el lugar de las mediaciones.

La ciudadanía es un concepto histórico. En la actualidad está en un proceso de construcción y diálogo. Ser ciudadano ha sido una concesión que el Estado hace a una persona que antes no era ciudadano. Sin embargo, estamos viendo un desplazamiento que pone en cuestión a la ciudadanía entendida como derechos plasmados en un estatus jurídico protegido por el Estado. El principal cuestionamiento es que los derechos son sólo títulos. El Estado no ha garantizado los derechos. El hecho inédito es que se está cuestionando una categoría que antes no era cuestionable.

Frente a una ciudadanía entendida como un regalo que coincide con la mayoría de edad, surge una posición que recoge la cotidianidad personal y la interacción, no se pide permiso, se ejerce la ciudadanía, me encargo de vivir como ciudadano, la calle es mía. Es la ciudadanía entendida como prácticas y actuaciones en lo público desde un enfoque de Agencia y no sólo de derechos y deberes. Agencia como capacidad de producirse a sí mismo y crear sus propias formas de vida, de construirse como colectivo, desde las nuevas sensibilidades, construyendo otros mundos posibles, desde la contingencia de una sociedad específica.

Nuevas prácticas, actores y escenarios (voluntariado juvenil, la música, el consumo, el graffitti, parches, grupos étnicos, GLBT, nuevos movimientos sociales, cabildos indígenas, nuevas propuestas de convivencia, uso del cuerpo) están produciendo nuevos conceptos (nuevas ciudadanías, otras ciudadanía, múltiples ciudadanías, ciudadanías policéntricas, ciudadanía cultural, ciudadanía infantiles, ciudadanías cibernéticas).

Esta es una reflexión que inicia, múltiples interrogantes surgen, entre ellas: ¿Cómo resignificamos el concepto de ciudadanía? ¿Cuál es la relación actual entre ciudadanía y política? ¿Es la movilización por los derechos un espacio de construcción de ciudadanía? ¿La presencia de los jóvenes en espacios públicos es ejercicio de ciudadanía?

VI. Bibliografía

Ángel Rodríguez: Capítulo 5: Socialización política. En Psicología política. Madrid, Ediciones Pirámide, S.A. 1988.

Berger, P.L. y Luckman, T: La sociedad como realidad subjetiva. En: La construcción social de la realidad. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 2003. Pp 162-231.

Eduardo Bustelo: Expansión de la ciudadanía y construcción democrática. En: Bustelo, E. y Minujin, (ed.): Todos entran, propuesta para sociedades incluyentes. Bogotá. Santillana, 1998. pp. 237-277.

Guy Bajoit y Abraham Franssen: Les Jeunes dans la Compétition Culturelle, Sociologie d´aujourd´hui, PUF, 1995.

José de Souza Silva: ¿Una época de cambio o un cambio de época? Elementos de referencia para interpretar las contradicciones del momento actual. Boletín ICCI, RIMAY. Año 3, No 25, abril del 2001. http://icci.nativeweb.org/boletin/25/souza.html.

Juan Sandoval: Ciudadanía y juventud: el dilema entre la integración social y la diversidad cultural. Ultima Década No 19, CIDPA, Viña del Mar, 2003.

Martha Craven Nussbaum: Ciudadanos del mundo. En: Nussbaum M. (2005) El cultivo de la humanidad. Una defensa clásica de la reforma en la educación liberal. Barcelona: Paidós Ibérica. p.p. 338 ISBN 84-493-1770-3. Original en inglés publicado en 1997.

Michel Maffesoli: La transfiguración de lo político. La tribalización del mundo postmoderno. México, Editorial Herder, 2005.

Norbert Lechner: El malestar con la política y la reconstrucción de los mapas políticos. En: Winocur, R. (Compilación). Culturas políticas a fin de siglo. México. Juan Pablo Editor, S.A. 1997. (pp 15 – 35).

Roxana Reguillo: Ciudadanías juveniles en América Latina. Revista Ultima Década No 19. CIDPA, Viña del Mar, 2003.

Sandro Macassi Lavander: Culturas juveniles, medios y ciudadanías. El nuevo horizonte generacional y las disyuntivas de la inserción de los jóvenes en la sociedad. Centro de Investigación de la Asociación de comunicadores Sociales Calandria. Lima, Perú. 2001.

[1] Ensayo presentado como trabajo final del eje Desarrollo Humano Integral de la Niñez y la Juventud. Segundo semestre del 2008.
[2] Estudiante Séptima Cohorte. Doctorado Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. CINDE – Universidad de Manizales, Colombia.
[3] José de Souza Silva: ¿Una época de cambio o un cambio de época? Elementos de referencia para interpretar las contradicciones del momento actual. Boletín ICCI, RIMAY. Año 3, No 25, abril del 2001. http://icci.nativeweb.org/boletin/25/souza.html
[4] Movimiento gay, lésbico, bisexual y transexual.
[5] Ángel Rodríguez: Capítulo 5: Socialización política. En Psicología política. Madrid, Ediciones Pirámide, S.A. 1988.
[6] Norbert Lechner: El malestar con la política y la reconstrucción de los mapas políticos. En: Winocur, R. (Compilación). Culturas políticas a fin de siglo. México. Juan Pablo Editor, S.A. 1997. (pp 15 – 35).
[7] Eduardo Bustelo: Expansión de la ciudadanía y construcción democrática. En: Bustelo, E. y Minujin, (ed.): Todos entran, propuesta para sociedades incluyentes. Bogotá. Santillana, 1998. pp. 237-277.
[8] Berger, P.L. y Luckman, T: La sociedad como realidad subjetiva. En: La construcción social de la realidad. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 2003. Pp 162-231.
[9] Ángel Rodríguez: obra citada.
[10] Roxana Reguillo: Ciudadanías juveniles en América Latina. Revista Ultima Década No 19. CIDPA, Viña del Mar, 2003.
[11] Ángel Rodríguez: obra citada.
[12] Sandro Macassi Lavander: Culturas juveniles, medios y ciudadanías. El nuevo horizonte generacional y las disyuntivas de la inserción de los jóvenes en la sociedad. Centro de Investigación de la Asociación de comunicadores Sociales Calandria. Lima, Perú. 2001.
[13] Roxana Reguillo: obra citada.
[14] Roxana Reguillo: obra citada.
[15] Roxana Reguillo: obra citada.
[16] Juan Sandoval: Ciudadanía y juventud: el dilema entre la integración social y la diversidad cultural. Ultima Década No 19, CIDPA, Viña del Mar, 2003.
[17] Martha Craven Nussbaum: Ciudadanos del mundo. En: Nussbaum M. (2005) El cultivo de la humanidad. Una defensa clásica de la reforma en la educación liberal. Barcelona: Paidós Ibérica. p.p. 338 ISBN 84-493-1770-3. Original en inglés publicado en 1997.
[18] Sandro Macassi: obra citada.
[19] Tomando como referencia la hipótesis de Guy Bajoit y Abraham Franssen de que estamos viviendo una mutación cultural, caracterizada por el paso de un modelo cultural basado en la razón social a otro fundado sobre la autorrealización autónoma. Ver el libro de estos autores titulado: Les Jeunes dans la Compétition Culturelle, Sociologie d´aujourd´hui, PUF, 1995.
[20] Michel Maffesoli: La transfiguración de lo político. La tribalización del mundo postmoderno. México, Editorial Herder, 2005.

1 comentario:

  1. en ningún momento define exactamente el concepto de SOCIALIZACIÓN.

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